Fauna
LAGUNAS CEJAR Y PIEDRA
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El término kunza Solor, significa Parina [flamenco], nos habla del vínculo de este ayllu con la laguna Cejar, hábitat de esta ave, cuyos dones han alimentado y sanado a generaciones de atacameños. La misma lógica se aplica a todos los recursos disponibles como un regalo de la diosa Pachamama o PataHoiri; siendo el agua un regalo de los cerros tutelares, bajo cuya piel se esconden vertientes que alimentan el Salar, fuente última y gran reservorio natural de la gente de y en Atacama.
Desde la cosmovisión, y siguiendo los mandatos del firmamento, cuando la Gran Llama celestial aparece en el naciente en enero, las Parinas bajan de la cordillera para desovar en el Salar, cuyos huevos, de gran potencial nutritivo, formaron parte de la dieta de los atacameños hasta 80 las postrimerías del s.XX, cuando la zona se declara reserva natural protegida en la década de 1980.
Con el curso de los meses, el pasto de la Vega alcanza su máximo crecimiento antes de secarse hacia fines de julio, cuando los atacameños quemaban el pasto para estimular el crecimiento del nuevo brote, despejar vertientes y renovar los nutrientes orgánicos del suelo. Conforme a esta práctica, la Llama celestial ha recorrido el cielo durante todo el período de invierno hasta que, hacia agosto, se la puede ver bebiendo el agua del Salar en el horizonte, evitando así el crecimiento desmedido de sus aguas aportando equilibrio al ecosistema. Por lo tanto, la invernada en las lagunas, es el tiempo del ganado y el tiempo de los pastores en un reflejo de la existencia cotidiana entre la tierra y el cielo, cuando se sella en ritos y ceremoniales el pacto de respeto y buena convivencia entre los antepasados con su descendencia.
Con la llegada de agosto se inaugura el tiempo de los agricultores y del ayllu. La paulatina desaparición de la Gran Llama en el horizonte después de noviembre, junto con el fortalecimiento de la siembra y su promesa de abundancia en el ayllu, las aguas del campo decrecen dejando al descubierto sus dones; promesa de recursos disponibles para el pastor y las tropas a su cargo en el nuevo tiempo.
El tiempo de invernada [color amarillo] corresponde al tiempo de los antiguos, razón por la cual, desde la perspectiva cosmovisional, los bio recursos del Salar son dones y parabienes de los ancestros: Topografías sagradas [cerros tutelares]; aguadas; fenómenos climáticos; presencia de los antiguos. En correspondencia con esta visión, ocurre una mayor presencia de ‘los hermanos menores’ [aves, mamíferos, reptiles] y vegetación que sirven a la preservación y nutrición humana durante el invierno y en el campo. Por otro lado, el tiempo de color verde se corresponde con las responsabilidades humanas y mundanas de la época contemporánea, en el que la tierra está preparada para ser berbechada [aporcada], surcada, sembrada, regada y cuidada hasta el tiempo de cosecha, que en tiempo de Carnaval, se festeja el engorde del grano y la abundancia. La ausencia de estas acciones prácticas redundará en escasez para la unidad doméstica ya que el acto de no sembrar, implica no dar a la tierra, quien como consecuencia, no dará en retorno. Respecto del campo, el respeto al comportamiento biodinámico de la laguna durante el año, supone un pacto entre hombres y mujeres frente a la naturaleza inasible del Salar. El manejo controlado de los recursos disponibles y su descanso para la reproducción de aguas y pastos para el ciclo siguiente evidencian la integración de los humanos en el ecosistema
El uso y ocupación de la laguna como campo de explotación intensiva para alimento de ganado encuentra una explicación histórica asociativa y dependiente de la expansión de actividades productivas ocurridas fuera incluso de la comuna de San Pedro de Atacama, durante la explotación del Salitre . Época en que el paso de ganado vacuno, conocido como el tiempo de las remezas, era obligado por San Pedro de Atacama, para su recuperación y engorde tras la difícil travesía por la cordillera de los Andes. Toda la producción agrícola del ayllu se destinaba a este propósito, razón por la cual, los animales que residían en forma permanente en la localidad y el ayllu, eran alimentados con recursos disponibles del campo. Coincidentemente, esta época es recordada de mucha agua debido a la abundancia de lluvia, razón por la cual, una mayor o menor cantidad de ganado dependía de la disponibilidad de nutrientes y aguas del campo (desierto). Con el término definitivo de la actividad ganadera, y el tráfico de vacuno mediante la práctica del arrieraje tras la construcción del ferrocarril, tramo Salta-Antofagasta, San Pedro fue marginado del lucrativo negocio de engorde y descanso del ganado, liberando los recursos del ayllu para el ganado local. Ello explica una mayor presencia estacional del ganado en el ayllu, el cual circula entre distintos predios que en la actualidad dispone un mismo propietario o arrienda pasto para talaje. Quienes no tienen ganado, pero aún siembran alfalfa, venden su producción y arriendan los predios para el corte final del pasto. Ello, enriquece la tierra con úrea [orine] y guano [fecha] fresco que nutre y humecta el suelo fértil, en una doble simbiosis entre agricultores y pastores bajo el principio de reciprocidad que, en términos cosmovisionales, aporta a la relación con la Madre Tierra.
Laguna Cejar, fuente de huevos de parina, barro medicinal, afluente de aguas buenas.